martes, 12 de noviembre de 2013

Y la puerta se abrió y el aire comenzó a recorrer cada esquina de la habitación. El olor a rancio, a mueble añejado comenzó a disiparse. La sensación de oscuridad se vio quebrantada, como quién no quiere la cosa, por un pequeño rayo de luminiscencia. Un suspiro se liberó de quién sabe qué. Y miles de pequeñas patitas corrieron a guarecerse en todas direcciones, como miedos e inseguridades ante la certeza.
La luz comenzó a imponer su presencia. Rayos de distintas ondas comenzaron a penetrar cada resquicio. A veces la negrura lograba huir y esconderse pero, aunque siguiera ahí, aunque hubiera encontrado ese pequeño espacio para dominar, seguía rodeada. Sólo un archipiélago de oscuridad. Tan sólo algunas islas.
Tan sólo algunas tristezas entre tantas alegrías. Sólo algunas.

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