Con un gesto de rutina, apagó su notebook, agarró las llaves y se dispuso a salir de su departamento. Otra vez lo mismo, igual que el miércoles anterior o que el anterior. Tenía que ir a cursar. Agarró su reproductor de música, lo prendió, eligió una canción que mas o menos le gustara y salió. Cerró la puerta de la misma manera en que la cerraba todas las mañanas cuando iba a trabajar, pero tal vez más cansinamente. Había sido un día muy largo y no había terminado. Llamó al ascensor y, cuando éste llegó al segundo piso, abrió otra puerta y se subió pensando en lo poco que le había durado su miedo a ellos después de haberse caído en uno desde un octavo piso.
El recorrido fue mínimo, a los dos minutos estaba abajo. Desfiló por el pasillo sin prestar atención a nada en especial y con las llaves dispuestas a encajarse en otra cerradura que la llevaría a la libertad plena. Salió a la calle y, apresada por sus pensamientos, empezó a divagar (siempre suele hacer eso cuando camina). Comenzó a sonar en sus oídos "In and out of love" de Armin Van Buuren cantada por Sharon Den Adel -su cantante lírica favorita-. Y su mente comenzó, automáticamente, a relacionar ciertos pasajes de la canción con cierta persona y a preguntarse qué estaría haciendo ella en ese momento.
Sus pies seguían andando, no había llegado ni a la esquina de su casa todavía, cuando un dobermann con pinta de tonto se le apareció de la nada, se le paró adelante y se quedó mirándola fijo. Tenía una correa, pero su dueña no estaba a la vista. Al instante, el perro se dio vuelta para mirar a un señor que llevaba de la mano a un nene y se quedó en esa posición por los próximos segundos. Fue un momento estático, el dobermann, las dos personas y ella. Todos en ese momento, en ese lugar. No supo si habían pasado unas milésimas de segundo o unos minutos cuando al fin reaccionó. Esquivó al perro e intentó seguir caminando. Pero, a través de la voz de Sharon, podía sentir que alguien le hablaba y dirigió la vista a su lado, al señor desconocido, no muy mayor, pero tampoco muy joven, que estaba moviendo la boca. Giró la cabeza para ver si había alguien más, pero no, la destinataria de las palabras era ella. Se sacó los auriculares justo en el momento en que el hombre repetía: "Estás muy pensativa vos". Y, entre la sorpresa y la acuciante necesidad de responder a tan inesperado comentario, atinó a contestarle con un simple: "Sí, tal vez un poco".
Siguió caminando y al ratito sonrío, la urgencia la había llevado a formular una verdad a medias: no estaba un poco pensativa, señor, lo estaba del todo.
1 comentario:
Uf...esas escenas se podrian aplicar perfectamente a mi vida, yo a veces me concentro tanto en divagar que es como si el mundo se detuviera y solo viviera dentro de mi cabeza...
Te acabo de decir por MSN, ese tema para mi es especial...
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