Hoy pintaba ser un día de esos bien de mierda que una suele tener de vez en cuando. Te levantás, tus pelos son un completo desastre porque la noche anterior te fuiste a dormir sin habértelo secado, le pasás la planchita, lo aplastás un toque y salís apurada al laburo. Te tomás la línea D que tiene demora, pero aún así te sentás empujando a todo el mundo, te dormís, te bajás en Catedral, vas a Starbucks, te encontrás con tus dos compañeras de trabajo que suelen alegrarte todas las mañanas, te comprás tu riquísimo Dulce de Leche Latte, te logueás tarde (sí, lo usamos como verbo. ¿No te gusta? Chupala.). Tenes pre-shift, te cagás de risa un rato, a las diez de la mañana se acaba el paraíso y a tomar llamadas. Una atrás de otra. Te tocan tres apus en el día, muchas llamadas largas, faltan tres días para que se acabe el período y estás en la comisión más alta y te estás rompiendo el orto y vienen estos tres apus de mierda a joderte la vida porque tenés que mantenerlo abajo de los trescientos segundos y ellos hacen que suba y los querés matar y te ponés en mute y los puteás y te enojás y el día empieza velozmente a empeorar. Y mientras puteás apus, cajetudas que se hacen las que saben y no saben una mierda, boludas que no saben ni el nombre del paciente pero te llaman igual y te hacen esperar o estúpidas que quieren checkear precert sin un cpt code; pensás que a la tarde tenés que estudiar para los dos parciales seguidos que rendís la semana que viene, que limpiar todo el departamento porque es una completa mugre y que ir a Tai chi y te da
toda (no toda,
toda) la paja. Porque estás agotada, porque hacés mil cosas y no te da el cuero para tanto; porque, simplemente, no podés más.
Entonces, salís del trabajo, te vas a la línea D de nuevo, te quedás dormida arriba de la señora que tenés sentada al lado, vas somnolienta, caminando a tu departamento nuevamente. Llegás, tirás las cosas y más o menos ordenás tu habitación porque no se puede ni entrar. Amagás a estudiar y dejás los apuntes de la facu arriba de la cama y te ponés a pelotudear en la notebook porque ayer no entraste porque tuviste una de esas tardes encantadoras que estás teniendo últimamente haciéndo picnics en una plaza con buena compañía. Largás la notebook y te tirás a dormir un rato antes de ir a Tai chi. Te despertás, en diez minutos te preparás y salís, te subís al 19, dormitás un toque, te bajás, llegás a Tai chi. Y sos feliz y te olvidás del mundo, y tu dolor de cabeza desaparece y tu mente se pone en blanco y te olvidaste de los dos parciales, del estudio, del laburo, de los apus, de las cajetudas, de ella, de la otra ella, de que no tenés idea de qué querés ni de a quién querés y te olvidás de
todo. Y salís de ahí completamente relajada, en paz con vos misma y con energía renovada y sabiendo descubriste algo que te gusta realmente y además te hace bien. Y transformaste, en una hora, un día de mierda, en uno bueno por el resto de las horas de vigilia que te quedan.
Yo no pico entre comidas, duermo entre obligaciones.
1 comentario:
Ahora *necesito* un Dulce de Leche Latte.........impresionable? yo?! Nunca...
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