Mi fin de semana de extrema vagancia está llegando a su fin. Y como estoy acercándome al nuevo inicio de mis actividades, puedo darme un tiempo para escribir acá otra vez.
Hoy tengo una extraña mezcla de sentimientos acá adentro. Por un lado, tengo bronca, mucha bronca con alguien. Por el otro, desilusión conmigo misma y una inmensa soledad. Es increíble como un día podés estar bastante bien con vos misma y al otro, sentirte completamente sola. Porque, en estos días no pude evitar preguntarme: ¿cuándo fue la última vez que abracé a alguien y ese abrazo me produjo algo?. Aunque fuera un poco de protección, de consuelo, algo que llenara aunque sea un poco ese vacío que tengo dentro de mí. No recuerdo cuando fue que eso pasó, realmente. Y quisiera que eso fuera posible con alguna de las personas que me rodean actualmente, pero sé que no es así. Que esas personas no son las personas de las que necesito ese abrazo. No es nada más simple que eso, un abrazo de la persona correcta. Pero la persona correcta no sé quién es y por ende, su abrazo, se diluye en un deseo latente e insatisfecho.
Es tan simple y a la vez tan complejo. No quiero nada más que una muestra de afecto que dure tan sólo unos instantes de aquella persona, no necesito nada más por el día de hoy. Y, sin embargo, está noche estrellada voy a ir quedándome dormida en la oscuridad, acunada, únicamente, por el latido de mi propio corazón pidiendo a gritos aunque sea un segundo de completitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario