sábado, 23 de julio de 2011

No more fears.

A medida que la vida va pasando y una se va animando y sintiendo, va creando miedos. Miedos que no se tenían antes. Miedos que, una sabe, son innecesarios, porque no se controla lo que se siente, aunque sea precisamente por eso que se los tiene. Miedos inútiles porque, ya lo decía Alanis Morissette, la vida es irónica y cuando necesitás un cuchillo te da diez mil cucharas. Yo, antes de enamorarme, quería que me pasara con todas mis fuerzas, quería llegar a sentir eso que la gente decía que era tan lindo, tener esa capacidad de querer tanto a alguien que la más mínima caricia generara electricidad en el cuerpo y que el corazón explotara de alegría. Y, debo decirlo, cuando lo sentí, en su momento, fue la gloria. Pero después, cuando me dejaron, le tenía miedo, mucho. No quería que me pasara por nada del mundo. "Enamorar", en cualquier conjugación, era palabra prohibida y cualquiera que se dignara a usarla más de dos veces con distintas personas en un corto período de tiempo era, simplemente, un imbécil que jamás lo había sentido realmente. Y, por supuesto, cualquier persona a la cual yo le gustara un mínimo e intentara acercarse con intenciones de entablar una relación medianamente larga o seria, terminaba siendo alejada con excusas bastante pelotudas e infantiles.
Hoy por hoy, después de casi dos años de aquella vez (y sí, aunque yo no me haya dado cuenta, pasaron casi dos años ya), descubrí que hay distintas formas de enamorarse. Que no siempre cada vez es igual a la anterior. Que a veces, como hace dos años, enamorarse es una flecha que te atraviesa y otras, como ahora, se va dando de a poco, a medida que vas compartiendo tu vida, tus pensamientos, tus sentimientos e ideas y que te hacen parte de la vida de la otra persona también. Que es un dar y un recibir. Que el diálogo brinda estabilidad y la estabilidad seguridad y con ella hay más confianza. Que a veces la montaña rusa y la inestabilidad no implican sentir más ni con más intensidad si no que, al haber más caídas, las subidas se hacen más evidentes. Que, estar con alguien que te comprende y te respeta y que tiene la paciencia de enseñarte lo que es una relación a pesar de que no estuviste nunca en una y ella estuvo en una muy larga antes, es algo esencial. Que la complicidad en una pareja y, en especial, la honestidad sin brutalidad son sanas. Que, a pesar de todos los miedos que se pueden llegar a tener, el corazón hace lo que se le canta y nunca, nunca, hace lo que una quiere por mucho que una intente negarlo por mucho tiempo. Y, por último, que volver a enamorarme y a decir nuevamente esas dos palabras que alguna vez pensé que no iba a volver a decir no es tan difícil como pensé que iba a ser porque sé que estoy con la persona correcta.

1 comentario:

Carochina dijo...

There are no words to fill out
the way I feel about you back.
And no matter what they may think
I would not trade you for non-else.
And I love you back
in all languages you could imagine:
french, english, spanish and even japanese.

Never leave my side.. because I won't leave yours.

:$