Volviendo al tema, mi día de ayer fue bastante malo. Mi novia se tuvo que ir a trabajar a las siete de la mañana y yo estaba súper despierta a la espera del siguiente impulso vomitivo. Por ende, desde las siete, estuve completamente sola. Sola, despierta y con mi mente.
Uno supondría que, con tanto tiempo al pedo, me puse a reflexionar sobre mi vida y llegué a grandes conclusiones sobre ella que me iluminaron el camino e hicieron que esa gastroenteritis valiera la pena porque puedo encarar mi futuro con una nueva perspectiva y sabiendo el verdadero sentido que quiero darle a ésta. Bueno, no, nada de eso pasó. Mis únicos pensamientos giraban alrededor de un mismo círculo que iba desde "creo que tengo fiebre" [Que la tenía. O según Caro, "temperatura, porque fiebre es a partir de los treinta y ocho grados". (No sé por qué tanta diferencia de términos, mi mamá me enseño que treinta y siete y medio es fiebre pero muy leve y no para poner pañitos de agua, lo cual, a la larga termina siendo lo mismo pero con otro término.)], "me duele la espalda" (a que los re mareé con los corchetes y paréntesis anteriores y tuvieron que volver a leer para ubicarse), "quiero a mi mami" y "me gustaría que mi novia esté acá". ¿Ven que soy mega polleruda? Creo que hasta yo me sorprendí.
O no.
Sí, post pedorro. Hace más de veinticuatro horas que no como, no pueden exigirme más. ¡Mi cerebro necesita glucosa externa!
1 comentario:
¿Quién no fue polleruda alguna vez?
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