domingo, 12 de julio de 2009

Si a Bettina no le hubiera sembrado el amor en el corazón el angelical jardinero, si no Goethe o Arnim, en su corazón hubiera crecido un amor por Goethe o un amor por Arnim, un amor inimitable, irreemplazable, destinado a quien lo sembró, a quien es amado y , por lo tanto, inencarnable. Un amor así puede ser definido como una relación: una relación privilegiada entre dos personas.
Pero lo que Bettina denomina <<wahre Liebe>> (amor verdadero), no es un amor-relación, sino un amor-sentimiento; un fuego encendido por una mano celestial en el alma de un hombre, una antorcha bajo cuya luz el que ama 'busca al amado en cada encarnación'. Un amor semejante (amor-sentimiento) no sabe lo que es la infidelidad, porque, aunque cambie el objeto del amor, el amor en sí sigue siendo siempre la misma llama encendida por la misma mano celestial.

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- ¿Por qué te vas quejando de mí a los desconocidos?
- ¿A qué desconocidos?
- Al Oso.
- Pensé que era tu amigo.
- Aunque fuera amigo mío ¿por qué le cuentas nuestras intimidades?
Ella dijo con tristeza:
- Yo no oculto que te quiero. ¿O es que no puedo decirlo? ¿Te avergüenzas de mí?
Bernad ya no dijo nada. Sí, se avergonzaba de ella. Tenía vergüenza de ella aunque fuera feliz con ella. Pero sólo era feliz con ella en los momentos en que se olvidaba de que tenía vergüenza de ella.

1 comentario:

Loohan dijo...

Todavia me emocionan ciertas voces
todavia creo en mirar a los ojos
todavia tengo en mente cambiar algo
todavia y a dios gracias todavia