domingo, 15 de agosto de 2010

Y ahora que esto se está haciendo un poco más conocido comienza a hacer mella, en mí, la incomodidad. ¿Hasta qué punto está bueno que la gente lo lea? Después de todo, esta soy yo. La verdadera yo, la que no escondo y oculto, la que tiene todas esas inseguridades que poca gente sabe que existen. Soy mi yo vulnerable, al que casi nadie tiene acceso.
Entonces, ¿hasta dónde? ¿a quiénes? ¿quiénes son todos esos que entran, leen y se van? ¿por qué lo hacen? Y, por sobre todas las cosas, ¿debería dejar el camino abierto para que, todas esas personas que ya me conocen, vean esta parte de mí también o debería bloquearlo? ¿me cierro un poco más o me dejo fluir?

Creo que ya sé la respuesta.



Y acá es en dónde me doy cuenta de cuán poco me simpatiza mi propia vulnerabilidad 
y cuánto me avergüenzo de ella.

No hay comentarios: