viernes, 3 de septiembre de 2010

Y llega ese particular momento en el cual te sentís tan pelotuda que no sabés qué hacer. Que ya no sabés cómo reaccionar porque no te quedan formas posibles, porque ya pasaste por absolutamente todos los estados imaginados. ¿Quién iba a pensar que podía pasar esto? ¿Quién iba a creer que después de tanto tiempo iba a decidir despertarse? Odioso que responda sólo a un nombre.
¿Qué decir? ¿Qué no decir? Y, la peor pregunta de todas: ¿cuáles son las consecuencias?
Pelotuda, porque todo lo que creíste haber logrado era, simplemente, una gran mentira. Una auto-mentira.

No hay comentarios: