martes, 25 de enero de 2011

Me levanto, una imagen cruza mi mente, sigo andando, nada pasó. Salgo, hace calor. Más imágenes, más de todo, mucho más de nada. Todavía hace calor. Pienso, miedos que atraviesan como flechas. Dudas que me buscan pero no me encuentran. Sigo, sigo caminando. Las esquivo, te esquivo para cruzarme con ella: esas personas ya no tienen un lugar, ya no pertenecen. No existen para mí, tengo que dejar espacios. Más banalidades, más rutina, algo me saca de ella, alguien me saca. Poco a poco me voy desestructurando, me libero, me permito. Dubitativa, pero siempre mirando adelante. Dudar está bien, dudar es ser humano. No es perfección, pero no soy perfección y no busco perfección, no la quiero más, no me satisface. Me aterra su mirada sobre mis falencias, quiero ser a pesar de ellas. Caminar y caminar sin rumbo fijo pero sabiendo perfectamente a dónde se quiere llegar. Quiero llegar allá, a la nada misma, andar por el simple hecho de andar. Disfrutar del paseo, dar tumbos por Gaona a altas horas de la madrugada para encontrarme, finalmente, con el colectivo que me va a dejar del lado de la cama en el que quiero estar.



Es sólo el caos de dejarse ser. 

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