lunes, 17 de octubre de 2011

Se viene nomás.

Hace unos días me enteré de que mi primo va a ser papá. Puede que para muchos no tenga mucha relevancia que un primo tenga un hijo, pero en mi caso es muy importante.
Mi primo es hijo único y su madre, la hermana de mi madre, lo tuvo de muy joven, apenas terminó la secundaria.  Durante diez años él fue el único chico de la familia. Diez largos años, hasta que llegué yo. Matías nunca tuvo hermanos, nunca tuvo contacto con otros primos, porque su papá se borró bastante de su vida y, cuando ya fue mayor, hasta lo estafó.
Mi familia materna es muy pequeña, como verán, y estamos acostumbrados a que así sea, aunque a veces se hace bastante aburrido. La relación que siempre tuvimos mi hermano y yo con mi primo fue, desde pequeños, más parecida a la de dos hermanos menores con su hermano mayor. Sí, nos llevamos muchos años de diferencia, pero muchas veces eso fue precisamente lo que nos acercó más. Confieso que, últimamente, estaba muy alejada de mi primo. No lo voy a ver muy seguido, a menos que sea en reuniones familiares y no suelo pasar tanto tiempo con él como antes. Cada uno tiene su vida, que le dicen.
Yo ya tengo 24 años, mi primo, 34 y mi hermano 23. En mi famila hace ya veintitres años que no hay sangre nueva, que no hay lío en la casa, que no se escuchan gritos, que mis abuelos no malcrían a alguien comprándole dulces. Hace muchos años que no se escuchan sonidos agudos, que cuando se grita es porque se está enojado y no de alegría. Hace muchos años que la vida de mis abuelos es bastante monótona y aburrida. Necesitan una cuota de alegría en sus vidas, de esa cuota que sólo un nene puede brindar. Tenían que verles las sonrisas y la felicidad cuando me decían que mi primo iba a ser papá. Fue como un soplo de vida. Es un soplo de vida para todos nosotros. A todos nos estaba haciendo un poco de falta el tener a alguien para malcriar un poquito cada tanto. Esa es la conclusión a la que llegamos con mi hermano anoche, mientras hablábamos del tema y de lo contentos que nos pusimos todos con la noticia.

Ahora sí puedo decir que, de verdad, voy a ser tía.

1 comentario:

Adriana Chaparro dijo...

Como cambia un nieto/a o un sobrino/a a la flia es impresionante... Lo digo por pura experiencia. De golpe todos tienen ganas, todos estan iluminadps, todos hablan de caquita y gases como si fuera lo mejor... De golpe hasta el menor detalle se vuelve gigante, y es increible q algo tan pequeñito y fragil sea protagobista del cambio mas grande.
Aguante tia!! la vida te esta regalando la oportunidad de formar parte de la niñez de mas de uno. No te cuelgues!!
Te quiero