Soy una intrusa. El viento me lo demuestra. No pertenezco a este lugar pero no podría sentirme más en armonía con él. Las montañas y las nubes imponen su presencia por encima de lo humano. Siempre lo estuvieron. Siempre lo supieron.
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| Irurtzun, España. |
Creímos, en nuestra perpetua soberbia, que reinábamos por sobre todo lo vivo y, aún más soberbiamente, por sobre lo que no lo está. Pero el día de mañana voy a ser cenizas, vas a ser cenizas y ellas van a seguir estando. Siempre verdes, siempre blancas, inmortales. Y con ellas, todos esos seres móviles, adaptables. Aquellos que no destruyen para construir, que toman lo que se les ofrece, sin más expectativas ni demandas.
Y nosotros, con nuestra constante necesidad insatisfecha, esa insatisfacción que nos caracteriza, venimos a importunar.
Soy más que una extranjera, soy una extraña. Somos extraños intentando sentirnos parte de un mundo que no nos pertenece. Todos intrusos, creyendo.
4 comentarios:
EL otro día (ayer nomás) ñeyendo Nietzsche para la facultad (creo que fue ahí, no se me ocurre donde más podría haber sido) encontré una frase que decía (algo así como) que somos la enfermedad de la Tierra. Me resultó brusco e hiriente pero no sé si no tiene razón... ¿que otro ser vivo destruye tanto como nosotros?
Y Leila Guerriero dice en uno de sus libros que el viento azota la Patagonia incordiando a los hombres, que se empeñaron en construir casas y escuelas donde la Naturaleza sólo puso piedras...
(No se que tiene que ver, pero me hizo acordar...)
La excusa del ser humano es que destruye para construir. A veces lo hace bien, otras mal. En su mayoría, mal. Y sin tener en cuenta cuánto daño hace y cuán irreparable es. Ya nos va a pasar factura la naturaleza. Ya nos viene pasando un par, pero bueno.
No me voy a poner toda ecologista ahora, igual, lo prometo.
¡Beso!
Aún cuando todo eso pase una parte de nosotros se quedará en ella...
Sí, pero creo que sólo vamos a estar en paz con ella cuando seamos una con ella.
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