miércoles, 8 de diciembre de 2010

La fiesta de anoche.

Convengamos que anoche yo no era, precisamente, yo. Estaba vestida con una remerita rosa y con una vincha haciendo juego, cuando yo detesté siempre el rosa. Salí con mis amigas a una fiesta muy lésbica, cuando hace como tres meses que no salgo (me gustaría saber cómo es una fiesta poco lésbica para mí). Y, se ve que andaba necesitando descocar un poco, porque terminé bailando arriba del escenario, completamente entonada. Así que si alguien me vio anoche en esa fiesta, bailando en las alturas y vestida de rosita, sepa usted que en realidad esa era otra yo que necesitaba salir a enfiestarse de lo lindo.
Y no, queridos lectores, este post no se termina acá, viene acompañado de una carta. Una carta de recomendación imaginada a partir de los últimos eventos.

Querida amiga bolicheadora de fiesta lésbica: 
Las últimas veces que salí a bailar y que me han querido levantar (por que sí, no soy tan creída y hay noches en las cuales no me viene a levantar ni magoya) no he podido evitar notar que se está repitiendo el mismo patrón en el estilo de levante. Y no hablo del típico "¿de qué signo sos? ¿hace mucho que venís a bailar acá?" y demás etcéteras. Hablo de otra cosa. ¿Me podés explicar, querido chonguito tortón, qué carajo es eso de mandar a tu amiga  a preguntarme si quiero hablar con vos? ¿de verdad te pensás que voy a decir alegremente que sí, sin dudarlo e imaginando que te voy a tomar por tímida y me vas a caer simpática por eso? 
Porque si de verdad pensás eso, estás sumamente equivocada. Porque lo primero que voy a hacer es mirarte con cara de "no podés ser más boluda y cagona" y decirle dulcemente a tu amiga que no, que no me cabe hablar con vos. Y yo sé perfectamente que después de esa cara de mala onda que te pongo pensás que soy una forra y una superficial y que no te quiero hablar porque sos fea. Pero en eso te equivocarías, ¿ves? Porque, está bien, no soy una santa y no me voy a meter con una chica si no me gusta, pero tampoco soy tan hija de puta de negarte el diálogo porque no me atraés. El meollo de la cuestión acá es otro: no te quiero hablar porque sos cobarde. Porque alguien que no viene a hablarme de una y que intenta hacerlo mandando a su amiga de entrada a preguntarme si tengo novia y a decirme que a su amiga le gusto/parezco linda/inserte-algo-más-aquí y que quiere hablar conmigo, no merece mucho respeto de mi parte que digamos. Así que ya sabés para la próxima, tortita negra. 
Lamentablemente para vos, ya tuve demasiada gente cobarde en mi vida. Y, si venís de primera mano a tratar de levantarme mandando a tu amiga, me estás mostrando desde el principio esa debilidad que a mi no me simpatiza mucho que digamos y nunca vas a tener una sola chance haciendo eso, he dicho. 
Para la próxima, junta ovario y vení a hablarme vos. No te prometo un beso, pero por lo menos el facebook y una conversación bolichera tal vez me sacás.  

5 comentarios:

blowing_minds dijo...

no era rosa, era color salmón u.u

-eme- dijo...

cuándo aprenderannn!!? dios, es patético.
qué bueno que rehúyas de la cobardía!

Loohan dijo...

Soy como un nene, Polly, no distingo gamas de colores. =P

-eme-: Después de lo que me golpeé, ¡no me acerco a una cobarde ni en peeedo! Eso sí, después de eso también yo quedé cobarde, ahora que me aguante el resto. =P

-eme- dijo...

ser cuidadosa no es ser cobarde...

Loohan dijo...

Puede ser lo que decís. Lo que sí te aseguro es que nunca mandaría a una amiga a preguntarle a una chica si quiere hablar conmigo. Rebotaré mil veces, pero ni en pedo hago eso.